UNA MIRADA AL CANAL IMPERIAL DE ARAGÓN – GUIÓN

 por  José Ignacio Simón Ruiz

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El Canal Imperial de Aragón, a lo largo de su trayecto, discurre más o menos paralelo al río Ebro, por su margen derecha, desde El Bocal en Navarra hasta Fuentes de Ebro en la provincia de Zaragoza.

En el término municipal de Fontellas, Navarra, muy cerca, aguas abajo, de Tudela, se encuentra el paraje del El Bocal, origen del Canal.

Toma sus aguas por derivación del río Ebro mediante la elevación que produce la presa de Pignatelli.

Se trata de un azud de 230 metros de longitud por 6.5 de altura, finalizado en 1790.

El agua pasa a través de la conocida como Casa de Compuertas, que regula los hasta 30 m3/s de caudal en origen.

El Bocal Real es un espacio de gran belleza, donde se reúne el Renacimiento con la Ilustración.

Nos encontramos con el Palacio de Carlos V y sus jardines.

Junto al palacio se encuentra la presa de Carlos V que dio origen en su día a la Acequia Imperial, antecesora del Canal, que llegaba desde El Bocal hasta Garrapinillos.

Y a su lado el frondoso Soto de Belver, de gran riqueza animal y vegetal.

El roble milenario, de 33 metros de altura y declarado monumento natural…

… o el increíble laberinto de setos, donde es posible perderse.

Presenta este paraje, todavía, una gran similitud con lo que era a finales del siglo XVIII.

El Canal Imperial, antaño vía navegable, comunicaba El Bocal con Zaragoza, llegando a disponer de tres barcos que subían y bajaban pasajeros todas las semanas, además de los destinados al transporte de mercancías.

Hace tiempo que dio paso a otros medios de transporte…

Pero a pesar de todo, algunas estructuras nuevas como estas compuertas mixtas de explotación, están adaptadas a un posible paso de embarcaciones.

No muy lejos llegamos a Ribaforada, población que ha despegado económicamente en estos dos últimos siglos, en gran medida gracias a los regadíos.

Pasamos a Aragón cruzando entre Cortes en Navarra y Novillas en Zaragoza.

Y llegamos a Gallur, donde el Canal se acerca a tan sólo unos centenares de metros respecto al Ebro.

Encontramos la original pasarela del Canal. Construida en acero, fue inaugurada en 1996 y se encuentra muy cercana al puente del Canal.

La puesta en regadío de 26.500 has gracias al Canal ha supuesto un importante impulso en el desarrollo agrícola en su zona de influencia, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de precipitaciones en la cuenca media del Ebro.

En cuanto a los cultivos destaca el cereal, en particular el maíz. También abundan la alfalfa y las hortalizas, estando los frutales en menor proporción.

Aunque hay un porcentaje de olivos pequeño, destaca su cultivo en Pedrola, de donde es originaria la variedad Empeltre.

Otra utilidad importante del Canal son los abastecimientos, tanto industriales como urbanos.

Hacia 1996 se descubrió la presencia de una almeja de agua dulce que se creía extinguida hace décadas. Se trata del bivalvo Margaritifera auricularia, actualmente considerada entre las especies en mayor peligro de extinción del planeta.

Como consecuencia de la pérdida de Cuba en 1898, a principios del s. XX se propició en gran medida la producción de remolacha azucarera. Durante bastantes años fue el cultivo más importante de la zona del Canal, donde se ubicaron instalaciones para su transporte y procesado. En estas fotografías de 1935, podemos ver la actividad del transporte de la remolacha en las proximidades de Grisén y Gallur.

Llegamos a la localidad de Grisén, situada entre la margen derecha del Canal y la izquierda del río Jalón.

Uno de los mayores retos en la construcción del Canal fue el cruce con el río Jalón.

El agua pasa sobre un puente de piedra de sillería formado por cuatro grandes arcos de extraordinaria robustez.

Dada la amplitud del valle, fue necesaria la construcción de unas murallas por las que encauzar el agua a ambos lados del puente, de forma que circulase a nivel casi constante.

Las murallas, construidas a base de piedra y cal, tienen una longitud de más de 1.4 Km.

Se trata de una obra de ingeniería impresionante incluso hoy en día.

En las murallas, muy cerca del puente, se encuentra el Caracol. Se trata de una torre por la que se accede al Canal mediante una escalera en espiral. Allí había un embarcadero por el que subían y bajaban pasajeros.

Desde este lugar podemos apreciar un espléndido paisaje. A un lado un parque con abundantes y variados árboles, rodeado de verdes campos surcados por acequias; al otro lado se divisa al fondo, el Moncayo.

También cerca del puente, aguas abajo, se encuentra la Almenara de San Martín, por donde se vierten aguas al Jalón y se alimentan acequias de riego.

Antes de llegar a Zaragoza nos encontramos con la base aérea y el aeropuerto en la margen derecha, mientras que la localidad Garrapinillos se sitúa a la izquierda.

Muy cerca, en la margen izquierda, está la balsa de Larralde, gestionada, al igual que el Canal, por la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Se trata de un espacio que acoge gran variedad de animales y plantas propios de ambientes húmedos, como los ánades, el martín pescador, el pájaro moscón o las fochas.

La construcción del Canal llevó consigo la plantación de abundante arbolado en sus orillas, que además de favorecer la sujeción del terreno, dio origen a un espacio de ocio y paisajístico singular.

Al entrar en la capital aragonesa, el Canal da servicio al mayor de sus abastecimientos: el de agua potable para la ciudad. 

Todavía se pueden contemplar las esclusas de San Carlos, construidas en piedra de sillería. Servían para que las embarcaciones pudiesen sortear el gran desnivel que aparece antes de llegar al río Huerva.

Junto a ellas se encuentra el antiguo molino de la Casa Blanca, que dio nombre al zaragozano barrio de Casablanca. Hace tiempo que fue transformado en central hidroeléctrica.

Muy cerca podemos beber de las aguas de la Fuente de los Incrédulos, erigida en 1786 por Pignatelli en conmemoración de la llegada de las aguas del Canal a Zaragoza.

En ella aparece una inscripción en latín: “Incredulorum convictioni et viatorum commodo” que significa: “Para convencimiento de incrédulos y alivio de caminantes”, debido a la poca fe que hubo en su época acerca de la viabilidad de un proyecto de tal envergadura.

Un puente acueducto, conocido como el Ojo del Canal, cruza sobre el río Huerva. A su lado se encuentra la Almenara de Nuestra Señora del Pilar, por la que se vierte agua al citado río.

A la altura del Barrio de Torrero nos encontramos con el Puente de América. El actual, de corte modernista, sustituye al original que fue construido por el regimiento de infantería de América en el camino del cementerio, debido a la escasez de mano de obra que hubo en ciertos momentos en la construcción del Canal.

En los alrededores de este puente nos hallamos en lo que fue, junto con el Bocal, la zona más significativa del Canal. Aquí se encontraba el puerto principal, llamado de Miraflores, ya desaparecido.

Se construyó también, por iniciativa de Pignatelli una magnífica iglesia que sirviera de parroquia a los trabajadores del Canal. Llegó a albergar tres cuadros de altar de Goya, que desaparecieron para siempre durante la Guerra de la Independencia.

Este genial pintor, también retrató a Fernando VII y al Duque de San Carlos en 1815 por encargo de la Empresa del Canal Imperial de Aragón, obras que se pueden admirar en el museo de Zaragoza.

Los más mayores quizá todavía puedan recordar la góndola de la Quinta Julieta.

Detrás del monte de Torrero aparece el Barranco de la Muerte, atravesado por una formidable obra de mampostería construida por Pignatelli. En el momento de la finalización del rodaje de este documental está siendo perforado para el paso del tercer cinturón de ronda de Zaragoza. Actualmente, el cauce pasa por un nuevo puente acueducto.

No muy lejos nos encontramos con la Almenara de San Antonio de Padua, que incorporaba una sistema para la limpieza de los sólidos arrastrados por el Canal.

Más adelante, todavía en el término de Zaragoza, se encuentra la Almenara de San Bernardo. Desde allí podemos observar como el canal todavía mantiene su altura respecto al Ebro, si miramos hacia las torres de El Pilar y La Seo.

Inmediatamente después aparecen las esclusas de Valdegurriana, tan impresionantes como poco conocidas. Se trata de cuatro esclusas de navegación construidas en piedra de sillería que ese conservan en buen estado, salvo las desaparecidas compuertas, que fueron incendiadas por los franceses en la Guerra de la Independencia.

A partir de este punto, el Canal se hace considerablemente más estrecho.

Los terrenos que vienen a continuación de Zaragoza son muy ricos en yesos, con lo que el agua tiende a filtrarse y a formar simas. Esta peculiaridad hizo muy difícil el avance del Canal y fue una de las causas que impidieron que se llegase hasta Sástago para salir al Ebro, tal y como estaba proyectado.

Debido a ello, también, parte del cauce viejo se sustituyó por uno más reducido y simple a principios del siglo XX.

En el cruce del cauce antiguo con la carretera de Torrecilla de Valmadrid, nos encontramos con las Esclusas de Valmadrid, también muy poco conocidas.

El paso del tiempo y el abandono las ha dejado en estado de semiruina.

Dejando atrás La Cartuja Baja, llegamos al conocido como Barranco del Paso del Ganado. En este acueducto, de menores dimensiones que el del Barranco de la Muerte, el cauce nuevo se sitúa en el interior del viejo.

Más adelante se separan ambos cauces definitivamente.

En el cauce viejo podemos observar varios puentes y acueductos de piedra de sillería, que se encuentran totalmente olvidados, algunos invadidos por propietarios de fincas colindantes.

Tras 108 Km. de recorrido termina en el Barranco de Zaragoza, en el límite de los términos municipales de El Burgo de Ebro y Fuentes de Ebro.

Toda esta gran obra se la debemos a D. Ramón Pignatelli y Moncayo, protector del Canal Imperial de Aragón, que gracias a su perseverancia y buen hacer triunfó donde otros habían fracasado previamente.

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